Alguna vez has probado el Granos de kéfir de leche? Es como una fiesta divertida, pero con probióticos. Imagina leche con granos agregados o agua fermentada de una manera extraña. Existen versiones de kéfir tanto de agua como de leche.
Empecemos por presentar el kéfir de leche. Es como el primo salvaje del yogur. Todo comienza con estos granos mágicos, que parecen pequeños racimos de coliflor. Luego se agregan a la leche. Lo que quieras usar: vaca, cabra, oveja. Déjalo a temperatura ambiente para que la naturaleza haga su trabajo. ¿Cuál es el resultado? Esta es una bebida ácida y cremosa, repleta de bacterias y levaduras buenas.
No tiene mal sabor, pero puede llevar un tiempo acostumbrarse. Tiene una acidez que te golpea en la cara, pero de una manera agradable. Lucy, una amiga mía, lo recomienda para sus batidos matutinos. Ella dice que obtiene ese toque extra de energía por la mañana.
Puedes cambiar al kéfir de agua, que es como un hermano menor refrescante que prefiere un toque más suave. Estás usando jugo de fruta o agua azucarada en lugar de leche. Agrega el mismo tipo de grano (pero ligeramente modificado) y deja que haga su magia durante aproximadamente 24 a 48 horas.
Dave era un hippie que tenía un puesto en un mercado de agricultores. Esa fue mi primera experiencia con el kéfir de agua. Todos los frascos parecían un experimento de un científico loco que salió mal. Tomé un sorbo de la mezcla de limón y jengibre y ¡zas! Una historia de amor instantánea.
El kéfir de agua tiene muchos usos. Puedes agregarle bayas, cítricos u otras rodajas de fruta durante la segunda etapa de fermentación. Esto creará una bebida gaseosa que es tan buena como cualquier gaseosa.
¿Por qué usar cualquiera de los dos tipos? Ambos tipos son superpoderes probióticos y, por lo tanto, excelentes para el bienestar intestinal. No es ningún secreto que, con la cantidad de comida chatarra procesada que comemos, nuestro tracto digestivo necesita toda la ayuda que pueda.
Puedes hacer kéfir en tu casa una vez que domines la técnica. Querrás conseguir esos granos, que puedes comprar en línea o pedirle prestados a un amigo. Además, ten paciencia y limpia los frascos.
Un consejo: siempre debes estar atento a los granos. Después de todo, son organismos vivos. Al igual que las mascotas, requieren alimentación y cuidados, pero sin los honorarios del veterinario o el pelo que cubre tu sofá.
Esta también es una excelente manera de personalizar tu bebida. Juega con los diferentes sabores hasta que descubras algo que los haga bailar.
¿Tienes hijos? ¡Inclúyelo en su dieta! A mis sobrinas les encantan los helados de kéfir de agua con sabor a fresa. Si bien piensan que es otro capricho helado para el verano, en secreto estoy mejorando sus sistemas inmunológicos.
Si tienes curiosidad sobre el contenido de alcohol del vino, sí, hay trazas de la fermentación. Pero nada que te haga bailar alrededor de la mesa después de una o dos copas… ¡a menos que seas un peso ligero!
Esta antigua tradición ha sido disfrutada por todas las culturas, desde las babushkas rusas o las abuelas mexicanas, hasta los consumidores modernos de hoy que buscan una forma sabrosa de mantenerse saludables.
¡Prueba a hacer kéfir! Quién sabe, puede que acabes convirtiéndote en una de esas personas que en las cenas alaban sus “cereales”. ¡Hay obsesiones peores!